CHICAGO- Tradición, modernidad y legado. En su concierto del 24 de noviembre en el Allstate Arena, Alejandro Fernández dejó muy claro: Es el gran heredero de su padre, Don Vicente Fernández.
Luego de tres años de ausencia de los escenarios de Chicago y varios de ofrecer un concierto en solitario -sus anteriores conciertos fueron en 2010 junto a Marc Anthony y Marco Antonio Solís, y en 2008 con Marc Anthony- Fernández llegó renovado, ofreciendo un concierto en solitario donde brindó al máximo las dos facetas de su carrera: la de baladista, más presente que nunca en su más reciente disco “Confidencias” y la de heredero y gran exponente de la música ranchera.
Dividió el concierto en tres partes. La primera, en baladas, con temas nuevos y sus clásicos con nuevos arreglos; su faceta de representante de la música ranchera y la última, la más sentida, la del hijo de Vicente Fernández, ofreciendo un homenaje en voz y vida a su progenitor, cantándonos temas como “Las llaves de mi alma”, “Por tu maldito amor”, “Mujeres divinas”, “Me voy a quitar de enmedio”, “Estos celos”, “Acá entre nos” y de “Qué manera te olvido”.
Fernández personifica, además el futuro de la música mexicana. Ese legado de su padre que se debe mantener y pasar de generación en generación. Pero, también ha creado el suyo propio. No es el “hijo de”. Es artista por mérito propio. Se lo ha ganado a pulso… y a corazón abierto.
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